Inventamos tantas excusas para ser quienes somos. Y si se te acaban las excusas y puedes ser quien eres? Cuántas cosas y personas te atreverías a dejarlas ahí donde las encontraste, sin resentimientos, sólo admitiendo con profundo agradecimiento, que son diferentes vibraciones. Y es que ese es el gran lenguaje entre los universos de las personas, la vibración. Y cuando las vibraciones no resuenan, nada que hacer. Cuando te vas atreviendo a ser cada vez más quien eres, ya no actúas de las maneras que complacía a los demás, ya no transiges ni convences a tu yo más interno a “dejar caer”. Ya no puedes mirar hacia otra parte y fingirte que “fluyes”. Para qué sirven las excusas que inventamos? Para aplazar lo que inevitablemente va a suceder: ser quien eres. Nos da miedo serlo. Eso implica justo soltar, dejar, cambios, novedades. Y todo eso, asusta. Y el vértigo, es inevitable. La vida por delante y desconocida, da pánico, dice Walt Whitman. Y ahí la paradoja, en esa gran desconocida de la vida por delante, es donde dejas de ser una persona desconocida para ti y, sin excusas, vas siendo cada vez más quien eres, en un viaje infinito. Solo para valientes.