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Dejar caer

Dejar caer más de una cosa es de lo más exigente. Más de las veces, resulta inútil tratar de resolverla. Es definitivamente clave, solucionarlo en negociaciones internas y seriamente disponerse a dejar caer. Cuando dejas caer lo que no tiene salida conciliadora con el afuera, se refleja como una gota cuando toca la superficie del agua, en ondas infinitas que se mueven cada vez en mayor expansión y se encuentran con una pared que hace el retorno en una danza de armonía y delicadeza hacia el centro de donde salieron. Sucede lo mismo con las cosas que dejas caer, te mantienes en liviandad y las ondas de energía de lo que no sostienes, regresan a ti en forma de paz. Eso es el nacimiento de aceptar que en la vida hay circunstancias, personas, paradigmas y creencias, que no puedes cambiar. Eso te lanza a crear tu propia dimensión de la paz, esa que no depende de lo que suceda o no en el afuera. Deja que se vaya de ti la amargura que te ha producido que las cosas no sean “como deberían”. Deja de chocarte contra eso. Más tarde o más temprano, la vida toma su orden; y cuando eso suceda, ya habitarás en la paz del dejar caer más de una cosa.