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Corazonadas, oráculo de latidos fuertes.

Hazte caso. Eso que ves desde el latido de tu corazón, eso es. No siempre lo que sientes como una corazonada fuerte, proviene de una memoria de dolor no trascendida. Más veces de las que crees, es un condicionamiento que te domesticó a aceptar circunstancias o comportamientos de los demás hacia ti, a los que intentas adaptarte, como aprendiste a hacerlo; hay tantas formas de sometimiento y el tratar de “fluir” con lo no negociable es un atentado a tu identidad amor. La “pasividad es una hipocresía”, le leí ayer a una escritora a la que admiro como tal; es una hipocresía hacia fuera y hacia dentro. Tu pasividad es hipocresía. Estás mostrando que aceptas lo inaceptable. Y despistas a esa otra persona con respecto a ti. Ese latido que es tu oráculo, hazlo sonoro y permite a las neuronas de tu corazón, ser dirigidas por tus corazonadas, y decláralas tu oráculo de latidos fuertes. Al principio no vas a saber comportarte amorosamente contigo, hasta que vas aprendiendo a darte tu lugar, a ejercer quien realmente eres, y a dejar de “fluir” en lo que realmente es denso. Sigue tus corazonadas, en ese oráculo nace la paz como latido de latidos.